viernes, 13 de julio de 2012

Testimonio sobre el P. Jesús Arroyo

Soy el Hno. Walter Eras López de la Congregación de los Hermanos Maristas.

Conocí al P. Jesús Arroyo desde Mayo de 1999, al formar parte del equipo Misionero EPI Aguarico, ubicado en el Km 20 de la vía a Quito. El vivía en el Epi Centro. (EPI Equipo de Pastoral Indígena)

El P. Jesús Arroyo era una persona sencilla, cercana, muy alegre, muy jovial, era el que ponía la alegría en los diferentes encuentros  comunitarios que teníamos. El P. Jesús tenía una fe y confianza en Dios muy profunda. Se le veía muy feliz viviendo su vocación. Siempre repetía el dicho “que les atropelle la felicidad”. Siempre fue un buen Pastor y este don fue reconocido al integrar  la terna para la designación de nuevo Obispo de Sucumbíos en reemplazo de Mons. Gonzalo.

Defendía a capa y espada los momentos comunitarios. En cierta ocasión en una reunión de los equipos misioneros de la pastoral indígena, estábamos discutiendo la conveniencia de reunirnos cada dos meses en vez de mensualmente, el P. Jesús intervino y nos dio un sermón de vida comunitaria y de equipo, decía que no es posible formar un equipo de pastoral indígena si no teníamos reuniones más frecuentes  y nos alejaríamos de uno de los objetivos de ISAMIS la formación de la iglesia comunidad. No se puede hablar de comunidad si sus miembros  no se reúnen para dialogar, orar  y reflexionar juntos.

El P. Jesús vivía de manera muy sencilla, con lo mínimo necesario y muy cercano a la gente.  Cuando alguien llegaba a la comunidad del EPI Centro siempre era acogido  con amabilidad, invitando a servirse un café o cualquier bebida refrescante.

El P. Jesús se preocupó por crear material para la catequesis de las comunidades indígenas, adaptando los textos a la realidad de las etnias con las cuales trabajó (kichwas y Shuars). También se preocupó por ayudar a las comunidades indígenas en el desarrollo social y de salud para lo cual conseguía fondos para ayudar a solventar los problemas más apremiantes de las comunidades.

El P. Jesús era una persona muy ordenada y cuidadosa, le gustaba hacer las cosas bien y le gustaba que toda actividad que realizara la pastoral indígena quedara registrada y documentada, de manera que si alguien nuevo se integraba al trabajo pastoral no tenga que empezar de cero sino que al leer el trabajo realizado continuara el trabajo hecho por su predecesor.

El P. Jesús caminó miles de kilómetros  para llevar el mensaje de Jesús a las comunidades, pues a la mayoría de comunidades que él visitaba no entraban vehículos ni se podía ir por canoa, había que entrar caminando y consciente de esta realidad  ayudó a algunas comunidades a empalizar los caminos en medio de la selva.

Recuerdo que en Julio del 99  consiguió  una ayuda para construir un camino entablado de 1000 metros sobre un pantano en la comunidad shuar de Taikiua. En la ejecución del proyecto estuvo trabajando codo a codo con la comunidad y  los 6 voluntarios españoles de los Hermanos de la Sagrada Familia que auspiciaban el proyecto.

En fin el P. Jesús Arroyo me deja un recuerdo y un testimonio de vida muy grande que me gustaría imitar con la gracia de Dios.
Nueva Loja, 12 de julio de 2012
Hno. Walter Eras López

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