martes, 7 de agosto de 2012

Su partida ensombrece mi alma.

 
Ciertamente hablar sobre el Hermano, el Amigo, el Líder, el pana, el parcero, el más cercano entre los cercanos que se nos adelantó a la vida luminosa, me resulta complicado, difícil, doloroso, triste. El día de su viaje a España, nos despedimos para volver a vernos. Que misterio. Eso sí, nos reímos hasta ese día, frente a Santa Teresita, en Quito, tomándonos el consabido tinto, expreso claro está, fuerte como fuerte es nuestro Jesús Arroyo, el luchador, el emprendedor, el soñador, el travieso, el integro, el noble, el solidario, el misionero, el leal, …..

Cuando el Vini me comentó que está en proceso publicar un libro sobre el paso del Jesús por nuestra tierra, me emocioné mucho. Es lo menos que podemos hacer para que los que nos sigan en este camino de amor hacía los Hermanos pobres, donde estos se encuentren. Es necesario dejar su testimonio de este descomplicado Hermano Carmelita que con Amor y Sabiduría, marcó distancia de la iglesia oficial sobre la valoración de ese oprobioso régimen económico en que vive la jerarquía romana. Jesús vivió siempre lo social, esa doctrina que surgió a partir del Concilio Vaticano II. Le marcó dentro de lo religioso, la ética, viviendo intensamente como nuestros Hermanos Shuaras y Ashuaras, los kichuas, los secoyas, los pobres de Sucumbíos y del país. Ahí caminábamos por la Lucha de los Pobres, la Bota, el Comité del Pueblo, en fin, muchos rincones de Quito, llevando la Palabra del Dios de los Pobres.     

Era en lo que con Jesús el compromiso compartido. Si habían circunstancias cambiantes (como de hecho los hay: los fatídicos defensores de los heraldos paramilitares que están en la Conferencia Episcopal y la nunciatura), nos acompañábamos con religiosos y seglares comprometidos para no quedarnos solos ya que nos tocaba vivir nosotros antes que nadie lo que es la lealtad para con la opción de los pobres. Esta es una virtud que el Jesús nos desarrolló en nuestra conciencia. Sin duda alguna, era una persona indudablemente más evolucionada. Un Maestro!! 
 
Sentía tener una obligación para con los demás. Defendía inteligentemente en lo que creía, en lo que creemos. Lograba llevar la amistad a una etapa cada vez más profunda. En él no existía lo superficial, lo liviano (ni las colas light le gustaban) Todo lo asumía con profundo respeto, seriamente, sin ambages. Todo compromiso lo asumía con alegría, con entusiasmo, con profundidad. Era notable!!

¿Cuál era la llave de su éxito en sus emprendimientos?: la LEALTAD. Valor nada fácil de encontrar, pero en el Jesús era un don que nuestro Dios le concedió. Nunca abandonó a los abandonados, a los pobres. Era su razón de vida. Todos confiábamos en él. Lo amábamos y lo disfrutábamos. La lealtad siempre fue mutua. Es eso lo que nos permitió desarrollar una amistad profunda y sencilla. La LEALTAD.  (Así mismo para la mujer amada) La lealtad es amor bondadoso en acción. La lealtad es potenciada por la energía que viene hacia nuestro cuerpo al cuidar nuestras actitudes y pensamientos. La lealtad desarrolla nuestra alma en conciencia, transformándonos en la creación más hermosa posible de un ser humano. Eso y más, mucho más, era nuestro buen Hermano Jesús, responsable, honesto, respetuoso y demás virtudes que surgen de lo profundo, de lo cotidiano.

Su partida ensombrece mi alma.

Bernardo Moscoso

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